El incansable pulular de los signos
-De nuevo;
intente hablar sobre eso.
-Me da pavor…
-...
-El Lenguaje me los manda. Son letras, pero más que letras, signos
que pululan al lado mío, por encima, por debajo, por los lados; signos que
reptan y vuelan y nadan incansablemente.
-¿Cómo cuáles?
-…
-¿Cuáles son esos signos que pululan?
-De interrogación, comas, puntos, puntos y comas, signos de
exclamación…aunque a veces también aparecen diéresis y uno que otro puntico de
la i ¿Si ve? Ahí no más con esa pregunta aparecieron un montón. ¿Si ve? ¡Allá
mire!
-...
-…Ya, ya se fue...siquiera era un punto y coma, la gente se los
traga mucho; pero los de exclamación son los más feroces…porque siempre vienen
con su euforia, con su brillo abrumador, convirtiendo todo en gritos, hasta las
palabras de alma más ligera. Y entonces Doctor la cabeza se me llena…
-¿De qué?
-De…¡Te odio! ¡Te odio lombriz!
-¿Quién es lombriz?
-¡Pues quién va a ser! Un signo de exclamación que me repta por
todo el cuerpo ¿Usted siquiera se imagina, Doctor, lo que es estar siempre con
un signo de exclamación aquí, aquí en el pecho, y sentir cómo va trepando por
la garganta y vuelve y baja, Doctor? ¡Eso es lo peor! Es peor que el efecto que
me producen los puntos suspensivos Doctor... Ahora mismo, ahora mismo lo
siento…aquí viene…párelo Doctor, esto es horrible. ¡Se me va a salir la
exclamación! ¡Se me va a salir la exclamación, Doctor! ¡No la deje! ¡No la
deje!
-No se preocupe…tómelo con calma. Lo mejor es que ella salga para
que podamos hablar mejor. Ella va a ir saliendo despacio…despacio. Déjela…Eso,
muy bien…
-Ya siento el puntico aquí Doctor.
-Lentamente...lentamente.
El hombre abrió la boca de par en par. El Doctor lo miraba
impasible, incrédulo, siempre iluminado por el rayo de luz que se colaba en su
consultorio y debajo del cual le gustaba ubicarse.
-Despacio…-dijo mientras tocaba el hombro de su paciente.
La arcada fue estrepitosa. El hombre vomitó sobre el suelo del
consultorio un signo de exclamación brillante y grueso que se revolvía ahora
ferozmente como una lombriz bajo el sol.
Pero el Lenguaje es cruel. El hombre vio con pavor cómo un signo
de interrogación se metía por debajo de la puerta del consultorio, justo detrás
del médico; avanzaba con la actitud soberbia que se puede permitir el que pone
todo en cuestión.
-Doctor…Doctor, voltéese…ahí viene otro…Doctor…
El hombre supo que no había nada que hacer. Pero para sorpresa
suya el signo de interrogación no se dirigió hacia él.
Aprovechando su figura, engarzó al médico por el cuello y éste, al
verse atacado de forma tan repentina, abrió la boca para proferir un grito de
terror que inundó el hospital y sólo cesó cuando el signo de interrogación se
clavó en su garganta y bajó rasgando todo el esófago hasta acomodarse en su
estómago.
-Yo se lo dije Doctor…Yo se lo dije…con estos signos hay que
andarse con cuidado- dijo sin agitarse el hombre, ahora libre de exclamaciones,
mientras que la luz potente del sol golpeaba inclemente los ojos del Doctor,
ojos perdidos, ojos clavados en la nada, desorbitados por la duda.
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