El con-no-cimiento de los presumidos


El con-no-cimiento de los presumidos

Desde hace algunos meses me han interesado mucho las distintas relaciones que podemos establecer con el conocimiento. Me refiero a que hay casos en los que se puede ver una semejanza entre la vanidad que se expresa a través del cuerpo y la vanidad que se expresa con las palabras cuando se es poseedor de algún conocimiento en un área. Es más, si me ha llamado tanto la atención es porque he conocido casos cercanos, y esto implica a mi más cercano congénere, es decir, a Juan David, en los que hay una reacción idéntica cuando se ataca al cuerpo o al conocimiento. No sé si me hago entender: Hay personas que cuando algún otro les muestra que no saben, es como si a un vanidoso le amputaran su parte más amada.

Esto es tan enigmático para mí como lo es también, por ejemplo, el por qué la gente le escribe mensajes a dios (sin mayúscula a lo Saramago) en el Facebook. Se abren muchas preguntas que por más estúpidas que suenen es estúpidamente necesario hacerlas para mostrar la estupidez encubierta en el asunto: ¿Llega el Wi-Fi hasta esas alturas? ¿Cuántas horas pasa dios en el Facebook? ¿Está pendiente dios de todas nuestras actualizaciones de estado, de nuestras fotos, de lo que jugamos? ¿Estará leyendo este blog? Ah no, verdad que de un tiempo para acá dios está es en nosotros. Y si es así ¿cuál es la necesidad de escribir todos esos salmos y bendiciones en un lugar que no corresponde? ¿No bastaría hacer como los de la vieja guardia, arrodilladito en la cama, con las manos unidas y mirando al cielo? Tal vez, y sólo tal vez, la cuestión vaya por otro lado, por las congestionadas vías de convencer al otro para convencerme a mí. Pero más allá de eso, creo que estos dos temas que acabo de introducir guardan una delgada conexión, muy fina, como esos hilos de telaraña que sólo se ven cuando se pone un color de contraste en el fondo: ahí sí se ve la estructura de la trampa. Esa conexión es el narcisismo.

Sobre él se ha hablado mucho. Además, la sola existencia del mito de Narciso nos indica que es algo que siempre ha estado presente en la vida humana. No es pues mi intención repetir lo que se ha dicho mostrándolo como si fuera nuevo ni plantear teorías originales porque sencillamente no tengo nada novedoso para decir. Eso sí, estoy firmemente convencido de que todas las experiencias tienen un alto valor, que esto de la vida es tan complicado que uno no puede cometer el error de juzgar una experiencia como poco aportante. Es más, resulta curioso que para hablar del narcisismo, Freud, a quien traigo a colación por su magna obra en el estudio del ser humano, haya tenido que remitirse precisamente a aquellos que si bien no han vivido mucho tiempo, son experiencia pura: a los niños.

La teoría, como ya lo dije, es extensa en ese sentido. Empecemos por decir que hay un texto de Freud en el que se trata el tema de manera muy profunda que es Introducción del narcisismo, escrito en 1914, hace casi cien años, cuando él tenía 58. Allí nos cuenta que fue un tal P. Nácke quien primero utilizó el término narcisismo y lo definió según Freud comoaquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual”. Este concepto es supremamente importante para la psicopatología pues es un patrón que se presenta en todos los casos en los que es palpable un desequilibrio. Lo que ahora se conoce como psicosis dentro de la “clasificación” planteada por Jacques Lacan, Freud las llamó en un determinado momento como Neurosis narcisistas, para marcar la diferencia con las neurosis clásicas que él llamaba de transferencia. ¿Cuál es la diferencia? En las Neurosis narcisistas toda la libido, la energía sexual, que antes podría haber estado diseminada en varios objetos, se retrotrae sobre el propio cuerpo, quedando encarcelada. A partir de ese momento, varias posibilidades de manifestación: la construcción supremamente intelectual del delirio paranoico, pasando por el desvalimiento total de la esquizofrenia, hasta llegar a Ser El Desecho Del Mundo en la melancolía. Las neurosis de transferencia, por el contrario, no han “cancelado el vínculos erótico con personas y cosas”.

Más allá de todo esto está el hecho que Freud resalta como primordial: no podría haber estas manifestaciones si en el principio no hubiera habido una base sobre la que apuntalarse, es decir, tuvo que haber una construcción anterior. A eso él le llama narcisismo primario, y será Lacan quien algunos años después, en 1936, cuando contaba con 35 años, lance su teoría sobre el espejo en la cual explica la manera en que se da ese proceso que Freud no había podido pesquisar con claridad. Ese tema del espejo es bastante complejo y prefiero dejarlo intacto por el momento, aunque puedo decir que el resultado es que el Yo se configura como resultado de un intento de resanar, a través de la imagen del Otro, las grietas provocadas por la incapacidad biológica para valernos por nosotros mismos en el momento en que somos unos pequeños polluelos.

Ahora bien, si introduje dos temas tan disímiles en apariencia como lo son el del saber de los presumidos y las manifestaciones facebookianas, aunque no es necesario ser tan específico, de los creyentes, es porque evidentemente los dos se fundan en ese narcisismo que de buena gana, nos hace creer que, por alguna extraña razón, tenemos algo que nos hace superiores a los demás, un conocimiento por un lado y alguna extraña preferencia de dios por el otro. Esto se puede ver en muchos casos. Por ejemplo, empecemos con los creyentes. En el nuevo estadio del Deportivo Cali hay una capilla…coño, ¿qué les hace creer que con sus súplicas dios moverá (¿?) las fichas humanas a su voluntad para que le gane a no sé, Pasto? ¿Qué le hace pensar a un sujeto que en tantos casos de la vida en los que se plantea una seria disyunción dios opte por él en detrimento del otro? ¿Por qué no darse de una buena y bendita vez los créditos de sus logros y los reproches de sus fracasos? ¡Ah pero es que verdad que somos unos cobardes! Que la responsabilidad se quede por allá bien lejos a la diestra de dios padre. Esto me exalta, perdón. El caso es que la religión es tan exitosa, en mi concepto el capitalismo lo es por la misma razón, por el hecho de que nutre la arcaica idea de que de algún modo u otro cada uno de nosotros es MÁS que el resto, o en otras palabras, nos da gusto al hacernos creer destacados entre esta masa de siete mil millones de humanos, y contando. Ahora que lo puedo ver un poco más claro dan risa tantas pretensiones.

Sigamos ahora sí, y por fin, con lo que inspiró a hacer esta publicación. La RAE nos dice que un presumido se refiere a alguien Vano, jactancioso, orgulloso, que tiene alto concepto de sí mismo.” He conocido a muchos de cerca y para evitar suspicacias aceptaré que he llegado a serlo por un buen tiempo, o que lo soy ocasionalmente, y que esta vez alguien podrá decir de nuevo que es un eufemismo, pues lo manifestaron cuando dije que era un hijo de puta. Es que el conocimiento es un arma de doble filo: si por un lado puede hacerte ver las cosas un poco menos brumosas, del otro lado, en caso de presumir de él, puede llegar a minar las relaciones sociales. O tal vez sea sólo cosa mía, pero me son insoportables estos sujetos, que un amigo y yo hemos dado en denominar intelectualoides, y que de manera bien particular casi siempre son hombres, que andan por ahí con sus poses, sus discursos con un emmm cada tres palabras, sus cigarros (¡Hasta pipas, joder, en pleno siglo XXI!), discutiendo para ganar, con La Verdad hablando a través de su lengua, levitando entre palabras complicadas y teorías cerradas, destruyendo cualquier otra idea que se les oponga, juzgando la disensión como estupidez del otro, dando, a fin de cuentas, el uso más despreciable que se le puede dar a lo que ha sido el intento más decoroso del humano por entender qué carajos hacemos en este lugar al que fuimos arrojados de la manera más cruel por el azar.

Por eso es con-no-cimiento, porque detrás de tanto semblante no hay sino un vacío, una cantidad de datos, frases, fechas y nombres dispersos que nada tienen que ver con un saber sobre sí mismo, su biografía, su manera de gozar; no tiene nada que ver con lo que yo me atrevería a decir es la enseñanza más bonita del psicoanálisis y es que no todo se podrá saber, que serán necesarios muchos rodeos y muchas distintas perspectivas para capturar alguna migajita de lo real en cada vuelta. Si de lo que se trata es de saber entonces esa debe ser la premisa: más que juzgar la fuente hay que reconocer que no todo puede ser visto por un par de ojos.

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